Uno de los salmos que mejor resumen la Cuaresma, este tiempo de arrepentimiento que precede a la Pascua del Señor, es el salmo 50. Y precisamente por eso, se reza mucho en Cuaresma en la oración de Laudes por las mañanas. No sólo por los fieles del Camino Neocatecumenal en particulas, sino en toda la Iglesia en general. «Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias».De las muchas y profundas frases que este salmo 50 nos regala, lleno de arrepentimiento y muy apropiado para preceder al Sacramento de la reconciliación o la confesión, hemos querido destacar hoy esta en especial: «Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias». Es una frase muy sencilla y a la vez muy potente, cargada de significado. ¿Quién no ha escuchado a un amigo, vecino o familiar, decir que su vida es demasiado turbia para acercarse a la Iglesia? Sin duda es un argumento bastante generalizado, como si la Iglesia y el Sacramento de confesión no estuviera especialmente reservado para «vidas turbias» (que además, dicho sea de paso, el pecado es el denominador común entre todo ser humano, no importa su condición social, nación o sexo, en eso somos todos iguales). Precisamente para combatir ese error, ese pensamiento o sensación de «miedo a acercarse a la Iglesia porque es un lugar para justos y no para mí«, este salmo nos ayuda con fuerza. Un corazón pecador, humillado, que no se cree superior al de los demás, nunca es rechazado por el Señor ni por la Iglesia.
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